Vi...vencias ...El Siervo Fiel y el Inútil

Reflexión:

El texto de los talentos, nuevamente nos introduce en el contexto del Reino de Dios. Hoy la Palabra nos invita a meditar en el Reino de Dios como el momento en el que todos los siervos reciben un talento, que es una moneda de gran valor para los judíos. Sin embargo, cada siervo recibe según su capacidad, y el amo conoce muy bien la capacidad de cada uno. Cuando entrega esos talentos, demuestra que confía plenamente en sus siervos y que espera mucho de ellos, y por eso los siervos están en la obligación de trabajar arduamente con ese talento para poder multiplicar sus ganancias. 

Sin embargo, la actitud de sus siervos fue muy diferente. Mientras aquellos siervos con más talentos dieron lo mejor de sí para multiplicar los talentos, el que tenía menor cantidad lo enterró en la tierra. ¿Qué significa esto? Tal vez el miedo, la pereza o la inseguridad lo impulsaron a ocultar ese talento, y su actitud fue negligente y perezosa. Pero, ¿de qué valió la seguridad que creyó tener al poder devolver el talento intacto al amo? Nada. Lo perdió todo, porque el amo tomó su talento y se lo entregó al que más tenía. 

¿Cómo podemos aterrizar esta Palabra al hoy? Lo primero que debemos recalcar, es que Dios nos ha regalado a todos uno, dos o más talentos. Aunque actualmente no sea una moneda, el talento se refiere a los regalos que hemos recibido como los dones, las capacidades y destrezas que cada uno tiene y que lo caracterizan. Es evidente que algunos tienen más que otros, pero TODOS tenemos al menos un talento especial por el cual nos identificamos: lo que ocurre, es que Dios nos da según nuestra capacidad.

Podríamos pensar: ¿porqué Dios es injusto? ¿porqué no nos da a todos por igual? Mientras que unos siempre sobresalen por sus capacidades, otros tal vez viven escondiéndose, o creen no tener ningún talento. Sin embargo, si recordamos el evangelio, podemos mirar esta situación de una forma muy diferente: ¿no será que mi actitud al tener pocos talentos, es envidiar al que tiene muchos? A veces nos pasamos los días hablando de los demás, y no nos ocupamos de lo nuestro. ¿No será que lo que siento es inseguridad o miedo de enfrentar y dar a conocer mi talento? Puede ser que me esté escondiendo porque creo que mi talento es tan simple, que no tendrá ninguna utilidad, o que mi autoestima es muy baja debido a que no sobresalgo entre los demás. O tal vez, debido a las múltiples ocupaciones que tengo, mi talento se ha debilitado y no tengo tiempo para compartirlo.

Lo importante, es poder resaltar que todos los talentos, deben ponerse al servicio de los demás. Por más sencillo que sea tu o mi talento, es necesario que lo utilicemos, que lo ofrezcamos a todos. Dios nos ha dotado de miles de talentos que tal vez ni siquiera conocemos o no nos hemos atrevido a explotar. La mala noticia, es que los talentos que no se utilizan, se pierden... ¿de qué sirve saber a leer, si nunca leo? ¿qué pasaría si después de ser profesional, no vuelvo a poner en práctica mis conocimientos? ¿de qué sirve cantar muy bonito, si nunca lo pongo en común? 

La forma más adecuada entonces, es: identificar mis talentos, trabajarlos como los siervos fieles, y multiplicarlos con mi trabajo. Si hago una buena labor, seré un siervo fiel que sentirá gozo por el trabajo realizado. Pero si al contrario, me dejo llevar por la pereza espiritual o por las inseguridades personales, terminaré extrañando esos grandes regalos que algún día Dios me dio, y que no supe poner al servicio de los demás. ¿De qué parte quieres estar?

Finalmente, unas palabras del Papa Francisco, en "La Alegría del Evangelio":

"El espíritu Santo también enriquece a toda la Iglesia Evangelizadora con distintos carismas. Son dones para renovar y edificar la Iglesia. No son un patrimonio cerrado, entregado a un grupo para que lo custodie; más bien son regalos del espíritu integrados en el cuerpo eclesial, atraídos hacia el centro que es Cristo...En la comunión, aunque duela, es donde un carisma se vuelve auténtica y misteriosamente fecundo".

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