sábado, 29 de julio de 2017

Vi...vencias...LA PUERTA...




LA PUERTA....


El chiquillo tropezó en el descansillo y la puerta crujió.
Se había hecho daño.

Al instante, sin poder aceptar que no se abriese, se
lanzó furioso contra la puerta impasible,
la golpeó, la boxeó, berreando y pataleando,
pero la puerta, con su cara de palo, no se dio por enterada de nada.

El chiquillo vio el agujero negro de la cerradura, ojo
irónico de esta puerta cerrada, se inclinó hacia él,
y era un ojo apagado.

Se desesperó entonces, se echó al suelo, lloró.
Yo lo miraba sonriendo y pensaba, Señor, en tantas
veces como yo me derrumbo ante puertas cerradas.

Intento convencer, persuadir, demostrar,
hablo, esgrimo argumentos,
golpeo a grandes golpes para llegar a la imaginación
o al sentimiento del otro,
pero él se cierra en banda y amable o violento me
despide y yo suelto mi rabia, porque soy orgulloso.

Dame, Señor, el ser respetuoso y paciente,
que sepa amar y rezar en silencio
sentado en el umbral en espera de que el otro abra
su puerta.


O R A C I O N E S

P A R A  R E Z A R  P O R  L A  C A L L E
M I C H E L Q U O I ST.

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