No es una palabra que viene de hermoso y mano, como si mi hermano fuera mi ‘hermosa’‘mano’,
si sintiéramos así sería primero vanidoso y segundo manipulador. Cuando reviso
mi vida encuentro que fuera de mi familia las personas que considero mis
hermanos son aquellas que comparten conmigo un valor muy profundo, un espíritu,
una genética interior. Es así como a pesar de mis pecados me atrevo a llamar a
Jesus hermano en mi oración personal. SI, podemos llamar al Señor Jesus
“hermano”, al mismo Dios hecho hombre “hermano”, él ha querido que sea así:“el
santificador como los santificados tienen todos el mismo origen. Por eso no se
avergüenza de llamarles hermanos” Heb. 2, 11.
Hago dos invitaciones. Primero, a
gritar desde las profundidades de nuestro corazón “¡hermano!” a nuestro Dios.
Segundo, a mirar adentro de nosotros mismos para quitar las asperezas de
nuestra personalidad y descubrirnos hermanos de la humanidad y todo lo creado. Si,
la conclusión es que tenemos que aprender a ‘hermanar’. Exclamemos con felicidad como Francisco de Asís:
“hermano sol, hermana luna”.
Hemos sido ‘hermanados’ por el Maestro, y así, nosotros hemos recibido del
cielo un poder para ser victoriosos en nuestro paso por la tierra. Este poder
es Hermanar, copiando un poco el
estilo del papa Francisco de crear nuevos verbos. Es un poder sanador para el
que está solo, liberador para el que está aislado o marginado en la sociedad,
un ungüento en la herida del que ha perdido un ser querido, es un poder que
prepara a otros para la vida. Los hermanos son una muralla y los soldados que
van al frente en la batalla, opuestos a Caín, los buenos hermanos somos
custodios de nuestros hermanos, damos cuentas de ellos.
Camilo E. Calderón M.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.