“El tiempo es muy lento para los que esperan...
Muy rápido para los que tienen miedo...
Muy largo para los que se lamentan...
Muy corto para los que festejan...
Pero... Para los que aman... El tiempo es eternidad!”
William Shakespeare
Y
éste resulta siendo el primer Adviento en que espero en mi corazón la llegada
de Jesús encarnado en un pequeño de brazos, y que “coincide” por gracia de Dios
con la espera de una pequeñita que habita en mi vientre…
Pero… ¿cómo esperar
lo que ya vemos?
Claro!
Jesús nos habita desde siempre, y varios de nosotros somos conscientes de esta
magnífica inhabitación… Y si ya nos
habita, si ya nació, si ya sabemos cómo continúa y termina la historia… ¿qué
sentido tiene volver a esperarlo? Volver a anhelarlo? Volver a prepararnos para su llegada?
Podría
decirlo de 3 formas:
1. Toda
buena noticia es siempre bienvenida. Así
como la noticia de la llegada a mi vientre de una pequeñita obra de Dios, un
día fue una buena noticia que llenó de alegría mi hogar… También la
conmemoración de la llegada de Jesús es siempre una buena noticia… La mejor de
las noticias! Tal vez hoy nuestro
corazón está frío, solitario, pobre, triste, enfermo, infeliz… de seguro tiene
la forma de un pesebre en donde escaseaban tantas cosas y es allí el lugar
perfecto para que la Luz del Mundo llegue a posarse e inundarlo, encarnada en
un pequeño…
Esté
como esté nuestro corazón, siempre Jesús será buena noticia que llegue a llenar
de luz, de ternura, de compañía, de alegría, de sentido, de calor el pesebre de
nuestro corazón…
2. Para
los que aman… el tiempo es eternidad!!! Aunque sabemos que toda espera es
desgastante, que nos intolera, que nos irrita… Esta espera del Adviento tiene
algo particular, es tiempo de amar! De crecer en el amor por el Señor… de
postrarnos ante Él como los sabios de Oriente a poner a sus pies nuestras
mejores ofrendas… de maravillarnos de que el Padre Dios sea tan bueno, que haya
hecho encarnar a su propio Hijo en la debilidad de un niño recién nacido para
salvarnos y que nos invita a ofrecerle lo mejor de nosotros! Sucede como con mi pequeñita a quien desde ya
aprendo a amar, a cuidar, a sentir, aún sin poder ver… que se convierte en la
razón de ser de una vida llena de novedades… y a quien día a día le entrego lo
mejor de mí (aún mi propio cuerpo para guardarla!).
3. ¿Por
qué esperar solitos?Cuando supimos de mi embarazo, mi esposo y yo corrimos a
dar la Buena Nueva a todos, comenzando por los más cercanos… como lo hizo la Virgen María, quien al
enterarse de la buena noticia decide ir a celebrar con su prima Isabel que aquello
que Dios les había prometido, lo estaba cumpliendo…
El
Adviento no es tiempo de espera estática, inactiva, pasiva… Adviento y Navidad
son tiempos de misión, de incomodarnos, de salir, de ir al otro, de acudir a su
llamado, de ir a celebrar… Tiene sentido conmemorar la Navidad y anhelar su
llegada, si estamos dispuestos a caminar 1 km más hasta llegar a la necesidad de
los que están a nuestro lado.
En
resumen, no es otra cosa el Adviento, sino un tiempo de silenciar el corazón
para redescubrir en nuestro pesebre interior – esté como esté – que el infinito
amor de Dios se encarna en la pequeñez y fragilidad de uno como nosotros que
viene a llenarnos de su luz y alegría, que quiere que lo adoremos y que nos
invita a hacerlo amar de muchos otros que también lo anhelan.
Este
pequeño tiempo de espera… es eternidad!!!
Por: Milena Ayala
Comunidad Génesis