martes, 24 de mayo de 2016

Charlemos Sobre...La Eterna Solidaridad

Homilía de la Solemnidad de la Santísima Trinidad, 22 de mayo.


Lecturas del Día:

Primera Lectura: Proverbios 8:22-31
Salmo Responsorial: Salmo 8:4-9
Segunda Lectura: Romanos 5:1-5

Evangelio del Día:

Juan 16:12-15

12 Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello.
13 Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.
14 El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.
15 Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.

Tomado de: http://www.ewtn.com/espanol/lecturas-del-d%EDa.asp?date=2016-05-22

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Homilía del Pbro. Jaime Rivera Bohórquez

Preguntas:

- ¿Cuál es el misterio que celebramos en esta Solemnidad?
- ¿Cuál es el papel de cada una de las personas de la Trinidad?
- ¿Porqué la Santísima Trinidad es ejemplo de familia y comunidad?

Tarea de la Semana:

Durante la semana, reflexionaré en qué Dios estoy dispuesto a creer, y cómo puedo encarnar en mi vida cotidiana la presencia de la Santísima Trinidad en mí.

Oración:

¡Oh Trinidad eterna! Tú eres un mar sin fondo en el que, cuanto más me hundo, más te encuentro; y cuanto más te encuentro, más te busco todavía. De ti jamás se puede decir: ¡basta! El alma que se sacia en tus profundidades, te desea sin cesar, porque siempre está hambrienta de ti, Trinidad eterna; siempre está deseosa de ver tu luz en tu luz. Como el ciervo suspira por el agua viva de las fuentes, así mi alma ansía salir de la prisión tenebrosa del cuerpo, para verte de verdad...

¿Podrás darme algo más que darte a ti mismo? Tú eres el fuego que siempre arde, sin consumirse jamás. Tú eres el fuego que consume en sí todo amor propio del alma; tú eres la luz por encima de toda luz...

Tú eres el vestido que cubre toda desnudez, el alimento que alegra con su dulzura a todos los que tienen hambre. ¡Pues tú eres dulce, sin nada de amargor!

¡Revísteme, Trinidad eterna, revísteme de ti misma para que pase esta vida mortal en la verdadera obediencia y en la luz de la fe santísima, con la que tú has embriagado a mi alma!

Santa Catalina de Siena

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