Segundo
pez: He elegido a Jesús
Un mensaje que vosotros, jóvenes de hoy, estáis llamados a
acoger y gritar a vuestros coetáneos: ¡El hombre es amado por Dios!
Este es el simplicísimo y sorprendente anuncio del que la
Iglesia es deudora respecto del hombre
(Christifideles Laici 34); (Juan Pablo II, Mensaje para la
XII Jornada Mundial de la Juventud, 1997, n. 9).
Les he hablado de mis experiencias en el seguimiento
de Jesús, para encontrarlo, vivir junto a Él y, por consiguiente, llevar su
mensaje a todos.
Me preguntarán ustedes: ¿Cómo poner en práctica la unión
total con Jesús en una vida lastimada por tantos cambios? No se los he
ocultado, pero por claridad ¡les vuelvo a escribir mi secreto! (cfr. El camino
de la esperanza, 979-1001).
Al principio de cada párrafo están unos números, del 1 al
24: he querido hacer que correspondan a las horas de un día. En cada número, he
repetido la palabra «uno»: una revolución, una campaña, un slogan, una
fuerza... Son cosas muy prácticas. Si de 24 horas vivimos 24 radicalmente por
Jesús, seremos santos. Son 24 estrellas que iluminan el camino de la esperanza.
No les explico estos pensamientos, los invito a meditarlos
serenamente, como si Jesús les hablara dulcemente, íntimamente al corazón. No
tengan miedo de oírlo ni de hablar con Él. No duden, vuelvan a leerlos cada
semana. Encontrarán que la gracia brillará transformando su vida.
1. Tú quieres hacer una revolución: renovar el mundo. Podrás
realizar esta preciosa y noble misión, que Dios te ha confiado sólo con «el
poder del Espíritu Santo». Todos los días, allí donde vives, prepara un nuevo
Pentecostés.
2. Comprométete en una campaña que tenga como fin hacer
felices a todos. Sacrifícate continuamente con Jesús, para traer paz a las
almas, desarrollo y prosperidad a los pueblos. Esta debe ser tu espiritualidad,
discreta y concreta al mismo tiempo.
3. Permanece fiel al ideal de un apóstol: «dar la vida por
los hermanos». De hecho «nadie tiene mayor amor, que el que da su vida por sus
amigos» Jn 15, 13). Gasta sin parar todas tus energías y está siempre listo a
darte a ti mismo para conquistar a tu prójimo para Dios.
4. Grita un solo slogan: «Todos uno», es decir, unidad entre
los católicos, unidad entre los cristianos y unidad entre las naciones. «Como
el Padre y el Hijo son uno» (cfr. Jn 17, 22-23).
5. Cree en una sola fuerza: la Eucaristía, el cuerpo y la
sangre del Señor que te dará la vida: «Yo he venido para que tengan vida y la
tengan en abundancia» Jn 10, 10). Como el maná alimentó a los israelitas en su
viaje a la tierra prometida, así la Eucaristía te alimentará en tu camino de la
esperanza (cfr. Jn 6, 50).
6. Viste un solo uniforme y habla un solo lenguaje: la
caridad: La caridad es la señal de que eres discípulo del Señor (cfr. Jn 13,
35). Es el distintivo menos costoso, pero es el más difícil de encontrar. La
caridad es la «lengua» principal. San Pablo decía que es más preciosa que
«hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles» (1 Co 13, 1). Será la
única lengua que sobrevivirá en el cielo.
7. Mantente en un solo principio guía: la oración. Nadie es
más fuerte que la persona que ora, porque el Señor ha prometido conceder todo a
los que oran. Cuando ustedes están unidos en la oración el Señor está entre
ustedes (cfr. Mt 18, 20). Te aconsejo con todo el corazón: además del tiempo
«oficial» de oración, retírate cada día una hora, o mejor dos, si puedes, para
la oración personal. ¡Te aseguro que no será tiempo mal empleado! En mi experiencia
de todos estos años, he visto confirmadas las palabras de santa Teresa de
Ávila: «El que no ora no necesita que el demonio lo saque del camino: él solo
se arrojará al infierno».
8. Observa una sola regla: el Evangelio. Esta «Constitución»
es superior a todas las demás. Es la regla que Jesús dejo a los Apóstoles (cfr.
Mt 4, 23). No es difícil, complicado o legalista como las otras: al contrario,
es dinámica, amable y estimulante para tu alma. ¡Un santo alejado del Evangelio
es un santo falso!
9. Sigue lealmente a un solo jefe: Jesucristo y sus
representantes: el Santo Padre, los obispos, sucesores de los Apóstoles (cfr. Jn 20, 22-23). Vive y muere por la Iglesia es lo único que pide sacrificio:
también vivir por la Iglesia exige mucho.
10. Cultiva un amor especial por María. San Juan Bautista
María Vianney decía en confianza: «Después de Jesús, mi primer amor es para
María». Si la escuchas, no perderás el camino; no fallarás en nada de lo que
emprendas en su nombre. Hónrala y ganarás la vida eterna.
11. Tu única sabiduría será la ciencia de la Cruz (2 Co 2,
2). Mira a la Cruz y encontrarás la solución a todos los problemas que te
preocupan. Si la Cruz es el criterio con el que haces tus decisiones tu alma
estará en paz.
12. Conserva un solo ideal: estar vuelto hacia Dios Padre,
un Padre que es todo amor. Toda la vida del Señor, todo su pensamiento y su
acción tuvieron un solo fin: «Que el mundo sepa que yo amo al Padre y que hago
lo que Él me ha mandado» (Jn 14, 31), y «Yo hago siempre lo que a Él le agrada» Jn 8, 29).
13. Hay un solo mal que temer: el pecado. Cuando la corte
del emperador de Oriente se reunió para discutir el castigo que debía darse a
san Juan Crisóstomo por la franca denuncia dirigida a la emperatriz, se
sugirieron las siguientes posibilidades:
a) Encarcelarlo, «pero, decían, tendría la oportunidad de
orar y de sufrir por el Señor, como siempre lo ha deseado»;
b) exiliarlo, «pero, para él no hay ningún lugar donde no
habite el Señor»;
c) condenarlo a la muerte, «pero así se hará un mártir y
satisfará su aspiración de ir al Señor».
«Ninguna de estas posibilidades es para él un castigo; al contrario, las aceptará con gozo».
«Ninguna de estas posibilidades es para él un castigo; al contrario, las aceptará con gozo».
d) hay una sola cosa que él teme mucho y que odia con todo
su ser: el pecado; «¡pero sería imposible forzarlo a cometer un pecado!».
Si temes sólo al pecado, tu fuerza será inigualable.
Si temes sólo al pecado, tu fuerza será inigualable.
14. Cultiva un solo deseo: «Venga a nosotros tu Reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo» (Mt 6, 10). Que en la tierra
puedan los pueblos conocer a Dios como es conocido en el cielo; que en ésta
todos empiezan a amar a los demás como se ama en el cielo; que también en la
tierra haya la felicidad que hay en el cielo.
Esfuérzate por difundir este deseo. Comienza a llevar la
felicidad del cielo a cada uno en este mundo.
15. Te falta una cosa: «Ve y vende todo lo que tienes, dalo
a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; después ven y sígueme» (Mc 10,
21), es decir, debes decidirte de una vez por todas. El Señor quiere
voluntarios, libres de todo apego.
16. Para tu apostolado usa el único método eficaz: el
contacto personal. Con este método entras en la vida de los otros, los
comprendes y los amas. Las relaciones personales son más eficaces que las
predicaciones y que los libros. El contacto entre las personas y el intercambio
«de corazón a corazón» son el secreto de la permanencia de tu obra y de su
éxito.
17. Hay sólo una cosa verdaderamente importante: «María ha
elegido la mejor parte» cuando se sentó a los pies del Señor (cfr. Lc 10,
41-42). Si no tienes una vida interior, si Jesús no es verdaderamente el alma
de tu actividad, entonces... bueno, tú ya sabes bien, no tengo necesidad de que
te lo repita.
18. Tu único alimento: «La voluntad del Padre» Jn 4, 34);
con ella debes vivir y crecer, tus acciones deben brotar de la voluntad de
Dios. Ella es como un alimento que te hace vivir más fuerte y más feliz; si
vives lejos de la voluntad de Dios, morirás.
19. Para ti el momento presente es el más hermoso (Mt 6, 34;
St 4, 13-15). Vívelo plenamente en el amor de Dios. Tu vida será
maravillosamente bella y como un gran cristal formado por millones de esos
momentos. ¿Ves cómo es fácil?
20. Tienes una «carta magna»: las bienaventuranzas (Mt 5, 3,
12) que Jesús pronunció en el sermón de la montaña. Vívela en plenitud:
experimentarás una gran felicidad que podrás luego comunicar a todos los que
encuentres.
21. Ten un solo objetivo importante: tu deber. No importa si
es pequeño o grande, porque tú colaboras con la obra del Padre celestial. Él ha
establecido que éste sea el trabajo que debes cumplir para realizar su plan en
la historia (cfr. Lc 2, 49; Jn 17, 4). Muchas personas se inventan modos
complicados de practicar la virtud y luego se lamentan de las dificultades que
de ellos se derivan. Pero cumplir el deber del propio estado
es la forma más segura y más simple de perfección espiritual que podamos seguir.
22. Ten un solo modo de llegar a ser santo: la gracia de
Dios y tu voluntad (cfr. 1 Co 15, 10). Dios no dejará que te falte su gracia:
pero ¿tu voluntad es suficientemente fuerte?
23. Una sola recompensa: Dios mismo. Cuando Dios le dijo a santo Tomás de Aquino: «Has escrito bien acerca de mí, Tomás: ¿qué recompensa quieres?», santo Tomás respondió: «¡Sólo a Ti, Señor!».
23. Una sola recompensa: Dios mismo. Cuando Dios le dijo a santo Tomás de Aquino: «Has escrito bien acerca de mí, Tomás: ¿qué recompensa quieres?», santo Tomás respondió: «¡Sólo a Ti, Señor!».
24. ...tienes una patria.
La campana suena, grave,profunda,
Vietnam ora.
La campana sigue sonando,lacerante,llena de conmoción,
Vietnam llora.
La campana se oye de nuevo,vibrante,patética,
Vietnam triunfa.
La campana vuelve a tocar,cristalina,
Vietnam espera.
Vietnam ora.
La campana sigue sonando,lacerante,llena de conmoción,
Vietnam llora.
La campana se oye de nuevo,vibrante,patética,
Vietnam triunfa.
La campana vuelve a tocar,cristalina,
Vietnam espera.
Tú tienes una patria, Vietnam.
Un país muy querido,
que a través de los siglos
es tu orgullo,tu gozo,
ama sus montañas y sus ríos,
sus paisajes de brocado y de raso,
ama su historia gloriosa,
ama a su pueblo laborioso,
ama a sus heroicos defensores.
Un país muy querido,
que a través de los siglos
es tu orgullo,tu gozo,
ama sus montañas y sus ríos,
sus paisajes de brocado y de raso,
ama su historia gloriosa,
ama a su pueblo laborioso,
ama a sus heroicos defensores.
Los ríos corren impetuosos
como corre la sangre de su pueblo,
sus montañas son elevadas,
pero más elevados aún son los huesos
que allí se amontonan.
¡La tierra es estrecha, pero amplia tu ambición,
Pequeño País tantas veces nombrado!
como corre la sangre de su pueblo,
sus montañas son elevadas,
pero más elevados aún son los huesos
que allí se amontonan.
¡La tierra es estrecha, pero amplia tu ambición,
Pequeño País tantas veces nombrado!
Ayuda a tu patria con toda tu alma se le fiel,
defiéndela con tu cuerpo y con tu sangre,
constrúyela con tu corazón y tu mente,
comparte el gozo de tus hermanos
y la tristeza de tu pueblo.
defiéndela con tu cuerpo y con tu sangre,
constrúyela con tu corazón y tu mente,
comparte el gozo de tus hermanos
y la tristeza de tu pueblo.
Un Vietnam, un pueblo,
un alma, una cultura,
una tradición.
un alma, una cultura,
una tradición.
¡Católico vietnamita!
¡Ama mil veces tu patria!
El Señor te lo enseña,
la Iglesia te lo pide.
¡Que el amor por tu país,
pueda ser un todo
con la sangre que corre por tus venas!
¡Ama mil veces tu patria!
El Señor te lo enseña,
la Iglesia te lo pide.
¡Que el amor por tu país,
pueda ser un todo
con la sangre que corre por tus venas!
POR CARDENAL FCO. XAVIER NGUYEN VAN THUAN
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