¿Cuál
es mi camino?, ¿Cuál es el mejor camino?, ¿Con quién camino? Son
preguntas que muy seguramente los seres humanos nos hemos formulado en algún
momento de nuestra vida. Para muchas personas cada uno se forja su propio
camino, para otros por lo general se sigue las huellas de alguien que ya ha
caminado y para otros es más desafiante
y emocionante a la vez desear abrir nuevos horizontes. Todos los seres humanos
caminamos, pero no todos recorremos los mismos senderos. Todos necesitamos
compañeros de camino, pero no todos deseamos caminar con otros. Sí, es difícil andar por esta vida sin nadie
que nos acompañe, puesto que nuestra vida es un camino que debemos recorrer
juntos.
Jesús se definió a sí mismo como “el Camino” y no simplemente como un camino. Sin embargo, hoy más
que nunca si podemos percibir que para mucha gente Jesús es una opción más
entre muchos otros caminos. Los primeros cristianos fueron también llamados “los del Camino”, es decir, los
que seguían a Cristo Camino.
La vida misma y por ende la vida cristiana es un
permanente andar, caminar, peregrinar. Precisamente hace unos pocos días, con
el miércoles de ceniza hemos iniciado la Cuaresma y en este tiempo de gracia,
oración y bendición la Iglesia y Cristo mismo nos siguen invitando a preparar el
corazón y nuestras vidas para celebrar con gozo y dignamente la fiesta
cristiana de la Pascua, donde contemplaremos una vez más los misterios de la
pasión, muerte y resurrección de Cristo, nuestro Salvador. Pero para celebrar
esta Pascua con Cristo, Él mismo no se cansa de invitarnos a recorrer su viacrucis,
a asumir su cruz, puesto que es imposible pretender caminar con Él, pero no querer
cargar su cruz, tal como él mismo nos ha señalado: “Sí alguien quiere venirse
conmigo, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame” (Mc 8, 34)
Que Cristo,
nuestro camino, nos permita en esta Cuaresma y siempre, volver nuestra mirada y toda nuestra vida
hacia Dios, quien no se cansa de esperarnos con los brazos abiertos y quien nos
pide también salir al encuentro de nuestros hermanos para brindarnos el perdón
que tanto necesitamos. Que esta Cuaresma sea un tiempo para volver a asumir con
seriedad nuestra vida, para cargar la cruz de Cristo y la propia cruz, si en verdad
queremos seguir caminado con Cristo, pues cuando caminamos sin la Cruz,
cuando edificamos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin la Cruz, no
somos discípulos del Señor: somos mundanos” (Papa Francisco)
Pbro.
Juan Pablo Hamón.
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